Rostros Surpensantes: Nithto Cecilio


Escrito por Jeyfer Acosta Maldonado



Hay una Barranquilla ausente que resplandece en los ojos de hombres y mujeres nostálgicos, que hablan con una alegría pausada y caminan por las calles de una ciudad desfigurada por una extraña noción de progreso. Una Barranquilla que no existe y que algunos no creemos que haya existido. Ciudad del pasado de la cual solo nos llegan fragmentos dispersos en voces, letras, dichos, anécdotas de esquinas, canciones olvidadas, murales y pintas cubiertos por vulgares anuncios de un negocio que ya tal vez no existe. Esta ciudad del pasado se nos presenta ajena y a veces lejana y extraña, pero también suele ocurrir que un cuadro se nos presente como el lugar de origen del cual vendríamos no solo nosotros sino todas las generaciones devoradas por el tiempo y las que serán su alimento. El trabajo de Nithto Cecilio logra generar una sensación parecida.

Image result for nithto cecilio
Fotografía tomada de "Te lo cuento Ya"

Es una tarde de cielo lluvioso, como las de sus acuarelas, y camino, casi corro por no quedar secuestrado por los arroyos que amenazan con comerse cada calle para que sus aguas revivan en las turbias aguas del río de la Magdalena. He llegado sano y seco a la Biblioteca Piloto del Caribe a cumplir una cita que nada tiene que ver con Nithto, y espero en el corredor del antigua edificio de la Aduana a que Ella aparezca. Observo engolosinado unos cubículos que tienen cuadros que representan la exposición “Danzas de tradición del carnaval de Barranquilla”, mientras un hombrecito de sombrero naranja y barba canosa tan parecido a Ismael Rivera, que es imposible no sentir cierta familiaridad, se me acerca. Me pregunta “¿Al joven le gusta?”, y le digo que sí, que casi se puede ver movimiento y el esfuerzo del artista en tratar de capturarlo. Deja escapar una sonrisa y adivino que el personaje que tengo delante de mi es el creador de cada uno de estos cuadros que no llevan firma alguna, más que la de su técnica personal.

Es una ciudad rara en la que nos ha tocado crecer. Nithto empezó a hacerme una breve explicación de aquellos cuadros al tiempo que iba resolviendo con gran calma cada uno de mis interrogantes. Es una ciudad rara, lo vuelvo a decir. Es raro encontrar al mismo artista haciendo de curador, vigilante y visitante de su propia obra, obra que debió haber atraído a más visitantes, sobre todo a aquellos eufóricos y gozosos del carnaval. Me dice que hay algo más que ver y lo sigo hasta el pequeño café de la biblioteca y caigo en cuenta que es un conversador voraz y solitario que aprovecha su obra para generar una serena conversación. Deduzco por sus herramientas de trabajo, y luego me lo confirma, que ha pasado los últimos días de julio y agosto reencontrándose con su primer amor: unas acuarelas que me dejan enganchado con las viejas imágenes de una Barranquilla víctima de la desaparición forzada.

Pido permiso y me retiro a buscar a quien estaba esperando, sé que debió haber llegado y que a Nithto no le caerá mal un poco de compañía, sabiendo del ostracismo al que esta ciudad condena a personas como él. La encuentro y le digo que hay algo que le va a volar la cabeza, pues conozco que también le gustan las acuarelas. Cecilio seguía sentado en la misma mesa, hacía un trazo, miraba la televisión, saludaba diciendo a cualquiera que se asomara por el café con la expresión “joven”, sin importar que quien recibiera aquella afectuosa expresión estuviera calvo o con el cabello color plata. No le molesta nuestra compañía, todo lo contrario, y habla de sus acuarelas y hay una que nos llama especialmente la atención, por lo bien que sugiere lo que sucede en esa escena. Es una sobre Nueva Venecia, un pequeño corregimiento del departamento del Magdalena, marcado por una de las tantas masacres del paramilitarismo en el amanecer de este siglo que de inmediato recordamos haber visto en alguna exposición aquella acuarela de mangles y aguas ensangrentadas.

Quedamos fascinados con una y otra acuarela que aparecía tras pasar las páginas de aquel cuaderno en que guardaba las originales. Fascinados con los hombres vestidos de toritos sobre el techo de una casa de bareque, bañado por la luz de una luna llena, mientras los cachos de su máscara apuntan a una iglesia envuelta en bruma, tal vez la de un barrio Abajo lejano ya. Embrujados con la solemnidad de las oscuras calles por las que pasean un hombre de blanco, pañuelo rojo al cuello que va de la mano de una mujer elegantemente vestida de blanco, que caminan hacia la bandera roja que marca el lugar del baile, del cumbión. Encantados por los cielos lluviosos, adornados con aves negras, y globos gigantes en forma de Marimondas y cometas, inexistentes hoy, que cobijan a las multitudes que bailan o buscan el lugar del baile en amplios terrenos verdes y vírgenes.

Al terminar aquella colección de acuarelas había debajo un libro llamado “Huminio El Exterminio”, una historia escrita e ilustrada por Nithto sobre una generación, que aún vive, inmersos en los callejones de la droga con la que gano el portafolio de estímulos de la ciudad y del cual recibió poco apoyo o estimulo. Es en esta ciudad en las que estas cosas se dan: Nithto empezó a leernos  con una dicción impecable las 157 páginas de drogas, muerte y segundas oportunidades que pueblan estas calles. Al final de la lectura su rostro reflejaba la satisfacción de que sus pinturas, escritura y escultura se habían salvado de la indiferencia y olvido, así solo los que ese viernes de tarde lluviosa hubiéramos sido dos sombras más de las luces de esta ciudad.

Ante los obstáculos, Nithto da un pincelazo de paciencia, calma y hace una sólida critica a las elites económicas, políticas y culturales sin siquiera escuchar un insulto, asomo de odio o resentimiento en sus palabras. Nos habló de los múltiples impases que ha vivido, como la falta de recursos para una u otra obra o otra pagarle a sus ayudantes del barrio La Pradera. O de aquella que por falta de dinero para un evento, un político ofreció su camioneta y a su hijo para traer desde Pradomar hasta Barranquilla un cuadro de seis piezas. La velocidad y la falta de tacto del conductor hicieron que la carretera se tragara las dos piezas centrales de la obra al tiempo que devoraba año y medio de esfuerzo y puntillismo.
Image result for nithto cecilio
Nithto es un fantasma que vaga entre las ruinas de esta Barranquilla, en ese Barrio Abajo que ya no existe y en una ciudad que empieza a cerrar su enorme puerta de oro a las expresiones de profunda trascendencia de los oficios y las artes. Nithto es un fantasma que anima y habita aquellos lugares contaminados por la podredumbre de los muertos andantes, como decía Bukowski, que manejan una ciudad que nunca fue suya. Aun creo en los fantasmas del pasado que se pasean haciendo un ultimo esfuerzo por las calles que cada vez se parecen menos a la calle Felicidad o calle La Esperanza. Hay un fantasma danzando en medio de Diablos Arlequines, Indios Farotas, Micos, Congos, Marimondas, Toritos, Sones de negros y cumbias ya olvidadas. Un fantasma que pinta en oleos y acuarelas la solemnidad de cielo lluviosos,  de danzantes que parecen anclados en el cielo nocturno de una ciudad ya lejana. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares