LA DANZA DEL GALLINAZO*
Por Caín Páramo ||
Golero o gallinazo, dependiendo del lugar en que esté usted, es un ave carroñera a la cual se le ha asignado una reputación poco agraciada por la labor que cumple en la naturaleza: deshacerse de los cadáveres de otros animales. Si en este punto cree usted que este texto trata de una metáfora sobre los políticos del país no es esta la idea que trato de esbozar aquí, pues estos últimos quisieran ser estos animales carroñeros que no matan y solo se encargan de llevarse lo que ha sobrado de una vida. Loable labor la de estas aves si se tratara de comparar con estos últimos personajes que no esperan a que alguien muera para quitarle los despojos de vida que aun le queda.
Aquí a lo que trató de acercarme es la injusta reputación de un animal, tal vez salida de la cabeza de alguien a quien la muerte, el cuerpo humano, o el simple color negro lo asocia con lo desagradable. Importantísima la labor de dicha ave que mantiene el "higiene" y controla las enfermedades producidas por los cuerpos en descomposición que se deshacen en los montes, los cuerpos de aguas o en las cercanías de las comunidades humanas. Esa mirada injusta de animal peligroso, sucio, mal oliente y que desprecia la vida solo puede ser entendida como la mirada antropocéntrica y rechazada, ahora que está entendida, por ser la mirada particular de las elites de la especie humana: una mirada burguesa hasta de la naturaleza.
Pienso ahora en que gran parte de los imaginarios burgueses se nos han colado hasta lo más intimo de nuestros pensamientos. Así, por ejemplo, esa injusta reputación que le asignaron a un ave ha de habernos impregnado en alguna forma y afirmaría que la imagen nuestra también esta un tanto distorsionada. Hasta hace poco, y sigue siendo en cierta familia y comunidades, el cabello de hombres y mujeres afro era ' desagradable' según una visón de la vida blanca y burguesa. Y así podríamos retroceder un poco hasta los tambores de cimarrones, fandangos, ruedas de cumbia que la elite miraba de manera despectiva como la diversión de las turbas ignorantes y hoy son esas expresiones más importantes y características del país que todas esas modas burguesas importadas de los países 'civilizados'.
Y qué pasa si esa imagen de ciudadanía civilizada nacida de las revoluciones burguesas del siglo XVIII no concuerda con la formación de estos territorios. Y aquí no estoy despotricando sobre los valores de Libertad, Fraternidad, Igualdad o la Declaración de los Derechos del Hombre, como se conoció primero, que a la larga se han convertido en una cortinilla de humo para negar esos mismos valores. Digo que esas imágenes desfiguraron el rostro de nuestra imagen, o imágenes, y que no permiten entender nuestras realidades a luz de nuestras herencias.
Por mi parte me siento más identificado y heredero, más que con los 'próceres de la patria', de piratas borrachos que conocían mejor que cualquier capitán de Armada cada rincón del mar, de indígenas que se vistieron de mujeres españolas para tender una trampa mortal sobre los violadores de niñas y esposas, de cimarrones que no lloraban sino que bailaban y cantaban para despedir a sus muertos. Me siento más cercano a los campesinos del Catatumbo, a los pescadores de Puerto Colombia, a los vendedores de fruta que invaden el aire de las urbes con sus cantos y se infiltran en los barrios 'bien' para recordarles que no viven en Miami o la Gran Manzana.
Un Padre de la Patria, así le llaman a los congresistas en este país, nada tiene que ver conmigo ni representa mis intereses de clase, nada tiene que ver con la mujer que escarba entre la tierra para encontrar a sus desaparecidos. Nada tiene que ver con los desplazados que siguen llegando a las ciudades en caravanas invisibles, y mucho menos tiene algo que ver con quienes viajamos hacinados en transporte público.
En esta danza de los gallinazos está todo aquello que le desagrada a la 'sociedad de bien': la sonrisa de la mujer negra que fuma y canta bullerrengues, el juglar que duerme bajo el cielo de los montes del caribe, el campesino que sabe que la tierra es de quien la trabaja, las disidencias de género que se cagan en la 'moral pública'. En fin todo aquello que no sale en el Jet Ser porque es tan feo como un gallinazo y solo tiene espacio para alimentar el morbo de la crónica roja que alguno que otro burgués con remordimiento lee mientras desayuna.
La danza del gallinazo empieza con entender el papel que uno juega en la sociedad, en el momento en que se abren las alas con orgullo sobre los despojos de los que han dejado de existir y lo haces parte de ti.
*El titulo lo tomé de la tradicional danza del carnaval de Barranquilla que lleva el mismo nombre: La Danza del Gallinazo
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