IN MEMORIAM: RAMÓN, LOS INADAPTADOS NO TE OLVIDAMOS


Por Caín Páramo


 Con la partida de Ramón empieza a llegar el fin de una época y de una Barranquilla hoy desfigurada por la fuerza y brutalidad de los golpes del progreso, vestida con su coraza de cemento y estatuas de habitantes pasajeros que nunca fueron ciudadanos de sus esquizofrénicas noches. En esa noche de eventos fugaces, y otros ya regulares, está suspendida la figura del viejo Ramón con sus dulces, cigarrillos y sonrisas brillando en el portal más oscuro de cualquier evento, esperando, más que una compra, el saludo de sus jóvenes y ya viejos amigos.


Aquella figura delgada y alta que acompañó, más fiel que cualquier otro cinéfilo, los cineclubes de la ciudad pasó poco a poco a convertirse en parte del paisaje nocturno del Barrio Abajo, el Prado o cualquier lugar en que tuviera la oportunidad de vender y de mantenerse cerca a esa otra juventud. Rondó fielmente el Cineclub Cinerama en la Alianza Francesa , El Teatro La Sala en el antiguo Edificio de Mejoras Públicas, La Plaza de la Paz, las casas culturales que estallaron en el viejo Prado, el Parque Cultural del Caribe y en algunas ocasiones lo vi en las tardes adentrarse en el mercado público buscando provisiones para la noche que se adentraba. Y antes, mucho antes que las agendas culturales se digitalizaran o imprimieran bastaba con preguntarle a Ramón "¿Qué parche hay para hoy?" y de inmediato te decía hora y lugar de los eventos habidos y por ocurrir en la ciudad.

La foto la tomamos en la jornada del Pañuelazo Caribe, 2019. La publicaron en la Plena Caribe.



En él estaba ese barranquillero, ese ser humano, desprovisto de la arrogancia e infantilismo, que les da a algunos, por haber consumido una cultura exquisita al alcance de una "elite", y también estaba esa alegría calmada que va moldeando la melancolía del tiempo escurrido entre las ojeras y el cansancio. Él vio pasar a una, dos y más generaciones de docentes, artistas, futuros guerrilleros, académicos, drogos, políticos y hasta uno que otro "malaleche" que le robó el puesto de siempre en la Panadería Valparaiso, como alguna vez nos contó. Y de inmediato, mi acompañante saltó en cólera y violencia proponiendo recuperar el lugar, pero Ramón con un espíritu de paz y solidaridad cortó la iracunda ola con unas palabras "deja eso así, mijo. Eso va y viene", y hubiera sido tonto y arrogante discutir con alguien que nos llevaba varias vidas de ventaja.


 Con él y el maestro Luis Henao van muriendo silenciosamente, así como derrumban las casas del Barrio Abajo, un tiempo y una cultura extraña, resistente y digna de exaltar. Ellos tan aparentemente distintos, deben estar en la misma acera del cielo caribe, que es un eterno carnaval con nuestros seres queridos. Porque como gente del caribe no aceptamos ese cielo mojigato que nos vendieron e impusieron y por el contrario optamos rebeldemente por uno con playa, carnaval y un amigo sentado en un portal escuchándonos imperturbablemente una historia acelerada y sin fin, aunque poco o nada sepamos de quien nos escucha.


Y ahorra que la ciudad empieza a oscurecer entre tanta luz de negocios y flash de selfies, se apaga la sonrisa de Ramón que seguirá sentado por siempre bajo una leve llovizna de mayo en medio del alboroto juvenil de la noche caribe. Ramón, que llevaba el nombre en singular de una banda de punketos neoyorquinos y el nombre de uno de los personajes más trabajadores y responsables de la vecindad latinoamericana del Chavo del Ocho, vivirá en cada arrebato de querer comprar un cigarro barato o un dulce cuando ya todos los negocios hayan cerrado. Entonces, nos invadirá la esperanza y la nostalgia de encontrarnos con él, con una sonrisa y su saludo de voz cansada. 

Ramón, espéranos en la rivera  de la noche dionisíaca.

Comentarios

  1. Grandioso relato un homenaje incredible a este gran ser humano ...

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  2. Grandioso relato un homenaje incredible a este gran ser humano ...

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  3. Excelente crónica. Conocí a Ramón, sin su nombre en una época inolvidable de mi vida, cuando era un cinéfilo incorregible. Siempre tuve un buen trato con él. Paz en su tumba.

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  4. Buen ser humano! Tuve la dicha de cruzar algunas palabras con él y compartir comentarios de eventos en el entorno de la panaderia valparaiso.
    D.E.P. RAMÓN.

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  5. Vuela alto viejo Ramón, gracias por tanto, perdón por tan poco.

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  7. Para los nacidos a finales de los 50s, del milenio pasado, lo ubicamos en el Teatro Colombia además por los alrededores del Tía del Centro. Eran los nacientes años 60s. También colocaban sus familiares en la esquina de los que fuera el Colegio Ateneo Técnico Comercial a un señor ciego que cantaba desde las 6:00 am hasta las 6:00 PM.

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  8. Ramón vecino del barrio CEVILLAR esperarlos hasta la 12:30 am o 1 de la mañana para comprarle un delta era la sonrisa de la noche buen viaje ramo Carvajal

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  9. Resalto la intención de resaltar lo que fue para la cultura barranquillera la vida de Ramón, sin embargo en el trascurso del relato se pierde muchas veces el sentido en analogías; la casi ausencia de puntuación torna aún más perdido el hilo conductor, es difícil ubicarlo en verso o prosa porque tiene desfasadas las dinámicas gramaticales... pero, como dije, es de resaltar la intención de plasmar de alguna forma la vida de éste hermoso personaje.
    Q.E.P.D Sr. Ramón

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  10. Mí vecino Ramón ... Que yo extrañado me preguntaba por qué no me quiere vender cigarrillos. Todos los días a las 5:30 de la tarde lo veía venir de su casa y cruzaba por la carrera 16g barrio cevillar justo donde yo vivía.. siempre me decía lo que llevo ya está vendido mijo .... Su clientela lo esperaba entendí . Pero buen vecino no sé notaba en la cuadra .. mí papá me decia ahí donde lo ves tiene más cultura que un poco.

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  11. Concuerdo con Nena en que la redacción dificulta la lectura, mas no deja uno de sentir nostalgia, gracias a este texto, de aquellas jornadas en las que hasta era dado por hecho que Ramón debía estar cerca y él nos daría información de qué había por ahí.

    Tienes razón, es el fin de una era.

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